La
guerra en las aulas
Por: Redacción
Judicial
Informes
de los organismos de seguridad evidencian la estrategia de los ilegales para
colarse en la academia.
El
Espectador.com
http://www.elespectador.com/impreso/temadeldia/articulo-302936-guerra-aulas,
Los organismos de seguridad ya tienen identificadas
las células de organizaciones ilegales que han penetrado algunos de los
planteles educativos más reputados del país. / Archivo
No es cuento nuevo, pero el alto Gobierno está muy preocupado con la infiltración de grupos ilegales en las universidades. Lo ocurrido hace pocos días en la Distrital de Bogotá —donde encapuchados protagonizaron y se hallaron papas bomba— es apenas la punta del iceberg de la penetración de las guerrillas en la academia. A través de un trabajo oculto, mimetizado en organizaciones juveniles, conjuntamente con integrantes del Partido Comunista Clandestino y el Movimiento Bolivariano, estas células se han ido insertando en organizaciones legalmente constituidas que hoy son un desafío para las autoridades.
Un escenario que pone en aprietos a la justicia,
porque la identificación de estos guerrilleros se torna supremamente difícil,
al tiempo que tampoco puede caerse en la estigmatización de las universidades y
de los jóvenes que muestran su inconformidad con el Estado de forma legal. Lo
cierto es que esta infiltración es un hecho y el primero en dar la alerta fue
el propio presidente Juan Manuel Santos, esta semana: “Tenemos evidencia
filmada de cómo (estos ilegales) salen corriendo y se meten a las casas y ponen
a los niños con banderas blancas para que la fuerza pública no pueda
perseguirlos. Son un grupo de terroristas cobardes”.
El Espectador tuvo acceso a un completo dossier,
elaborado por los organismos de seguridad, en el que se evidencia el poder de
infiltración de las Farc y el Eln, ya no sólo en las tradicionales
universidades públicas, sino también en los más prestigiosos planteles privados
en el país. Por ejemplo, se ha establecido que a través de la denominada
Plataforma Encapucharte, colectivos, brigadas y células de la guerrilla están
desarrollando trabajos de adoctrinamiento “en organizaciones cívico-sociales y
movimientos juveniles”, con el fin de blindar sus enlaces ilegales al amparo de
instituciones que sí son legales.
Las autoridades han logrado identificar movimientos
que aparentemente estarían infiltrados, como las brigadas Irma Franco y Darío
Betancourt, las Ovejas Rojinegras, el movimiento Jaime Bateman Cayón o las
juventudes del M-19. Estas y otras células harían parte de un gran proyecto
insurgente denominado Movimiento Revolucionario Unificador del Pueblo (MRUP).
Es claro que el objetivo de estos grupos es precisamente forzar la
estigmatización en las universidades por parte de los organismos de seguridad.
No obstante, el trabajo que han venido desempeñando las autoridades para
desarticular a estas organizaciones, sin caer en ese juego, es lo que ha
permitido que hoy se tenga una radiografía muy precisa de lo que está sucediendo
en los planteles educativos.
El debate público que se ha generado con respecto a la
Ley de Educación está siendo aprovechado por estos ilegales infiltrados en las
academias para alterar el orden público y volver a reeditar la violencia en las
aulas. Una estrategia que comenzó a tomar forma después de la octava
conferencia de las Farc, en 1993, donde el secretariado ordenó la penetración
de estructuras clandestinas en manifestaciones sociales que poco a poco han ido
cobrando una línea que tiene más alerta que nunca al Gobierno: colarse a los
centros educativos. Un trabajo que desde 1996 fue asumido por el hoy máximo
comandante de las Farc, alias Alfonso Cano.
La estrategia quedó evidenciada en los computadores
decomisados por el Estado a los jefes guerrilleros Iván Ríos y Carlos Antonio
Losada. Allí aparecen reportes de cómo a través de la Coordinadora Continental
Bolivariana se estructuraron ejes de trabajo clandestino y de adoctrinamiento
subversivo en las universidades. Con un agravante: guerrillas como las Farc o
el Eln están buscando que su ‘trabajo’ en estos centros educativos termine
siendo replicado a través de sus redes de contacto en países como Dinamarca,
Suiza, Suecia, Canadá, Venezuela o Argentina.
En desarrollo de estas pesquisas y averiguaciones para
evidenciar la infiltración de los ilegales, han sido detenidos, por ejemplo,
Jaime Alberto Pineda, alias Jeremías, en la universidad de Caldas, y Freddy
Escobar Moncada, alias Mateo, señalado ideólogo del bloque José María Córdoba
de las Farc. En junio del año pasado las autoridades descubrieron un pendón en
la Universidad de Nariño en homenaje a los 46 años del frente 29 de las Farc y
en él aparecen Jacobo Arenas y Manuel Marulanda.
En Bogotá, los organismos de seguridad ven con
particular preocupación la infiltración en la Universidad Nacional, la
Distrital y la Pedagógica. En estos tres claustros, al parecer, se mueven los
clanes Jaime Bateman, Simón Bolívar, Camilo Torres, Jorge Eliécer Gaitán y los
llamados núcleos bolivarianos María Cano y Juan de la Cruz Varela. También
figuran el Movimiento Libertario Camilista, el clan Policarpa Salavarrieta, las
llamadas Ovejas Rojinegras y el Movimiento Estudiantil Revolucionario (MER). La
mayoría de estos grupos opera en células de cinco integrantes y sus jefes, y
sus alias, ya están en el radar de las autoridades locales.
En Nariño, hace apenas seis meses se presentaron
incidentes con el llamado núcleo bolivariano Arnovis Vásquez. En Antioquia
figuran el núcleo Ciro Trujillo y la brigada Carlos Pizarro. En la Universidad
Industrial de Santander aparece el núcleo José Prudencio Padilla y la brigada
Carlos Toledo Plata. Organizaciones que se replican, según parece, en la
Universidad Tecnológica de Pereira y en la Universidad del Valle, con la
brigada Luis Otero, comandos estudiantiles bolivarianos y las llamadas
Juventudes Marulandistas. El jefe guerrillero alias Matías Aldecoa, comandante
del bloque surocccidente de las Farc, sería el articulador de estos grupos.
En Cauca, Boyacá, Cundinamarca, Atlántico, Huila,
entre otros departamentos, habría operaciones de infiltración en las
universidades. Y pese a que es una estrategia que ya conocen las autoridades,
las guerrillas insisten en seguirse colando en la protesta social legítima.
Ejército, Policía, DAS, trabajan conjuntamente para evitarlo. En palabras del
director del DAS, Felipe Muñoz, existe una preocupación sobre este fenómeno:
“Pruebas documentales, de videos, declaraciones de desmovilizados y fuentes de
inteligencia nos permiten decir que las Farc y el Eln tienen unos pequeños
grupos organizados en algunas universidades, que pretenden sabotear la legítima
protesta de estudiantes”.
El rector de la Universidad Distrital, Inocencio
Bahamón, en diálogo con El Espectador señaló que “aquí estamos expuestas todas
las universidades, tanto públicas como privadas” y que no puede afirmar que
existan grupos ilegales operando, muy a pesar de que existan letreros o
consignas de tipo clandestino. También sostuvo que deben ser los organismos de
control los que eviten estas infiltraciones y aumenten la vigilancia. “Las
universidades públicas somos un blanco fácil”, añadió Bahamón, y expuso que hay
una urgencia de sensibilización de la comunidad estudiantil para prevenir esta
estrategia de los grupos ilegales.
El gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe, tiene
su propia visión sobre este fenómeno. Según él, las protestas de encapuchados
con brazaletes del Partido Comunista Clandestino o Brigadas Bolivarianas de las
Farc en la Universidad Industrial de Santander, ocurridas hace un par de meses,
son alarmantes. “Nadie puede meter las manos al fuego para decir que no hay
infiltración en los estudiantes, lo que sí es cierto es que la mayoría de ellos
sólo quiere estudiar y no están vinculados a estas organizaciones”, dijo Serpa
Uribe.
En síntesis, los organismos de seguridad buscan a toda
costa frenar de una buena vez la estrategia de las guerrillas de incubar el
conflicto en las aulas. Ya existen identificaciones de los grupos, de cómo
operan y cómo se han infiltrado. El gobierno Santos está realmente inquieto con
este escenario y la orden es muy clara: sin estigmatizar estudiantes ni
universidades, hay que acabar con esas células.
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